La semana que pasó se cerraron dos de las termoeléctricas a carbón más antiguas del país: Ventanas 1 de Aes Gener y Bocamina 1 de Enel, que operaban desde 1964 en Puchuncaví y desde 1970 en Coronel respectivamente. Este hito, que calza con el inicio del año 2021, es simbólico, pues también debemos dar la bienvenida a la nueva era energética baja en carbono y para ello urge promover cambios regulatorios que permitan la entrada de más centrales renovables. Sin embargo, la letra chica no tardó en aparecer: Aes Gener anunció que se acogerá al Estado de Reserva Estratégica (ERE), que no es otra cosa que un subsidio que pagarían todas las centrales que participan del mercado de potencia para que termoeléctricas antiguas, viejas y contaminantes reciban un pago por no hacer nada. Premiar a termoeléctricas a carbón por desconectarse no tiene fundamento técnico, porque ni siquiera es el Coordinador Eléctrico quien llama a la central a mantenerse como ERE, sino que es la empresa la que lo solicita. Más aún, el ERE no está en la lógica de promover una transición energética que sea justa para las comunidades y sus territorios, pues los dineros ni siquiera van a promover nuevos y diversificados negocios de energías renovables y sistemas de almacenamiento modernos, sino que se destinan a una multinacional estadounidense que por casi 60 años contaminó el medio ambiente, dañó la salud de los habitantes de Puchuncaví y más encima ahora seguirá enriqueciéndose a costa del resto de la sociedad y empresas pequeñas del mercado de potencia. No queremos más letra chica para la descarbonización de la matriz eléctrica en Chile. Claudia Fuentes Coordinadora del proyecto de descarbonización Chile Sustentable
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