Monto es un cuarto de la inversión en programas para solucionar déficit. El negocio Don Guti queda en Concepción, en el kilómetro 5 de la ruta que une a la capital del Biobío con Florida y Bulnes. El modesto local está ubicado en el primer recodo del camino, en un sector que se llama Agua de la Gloria. Un lugar que, a pesar de lo que pudiera sugerir el nombre, no cuenta con abastecimiento de agua, salvo por el que depositan camiones aljibe dos veces por semana en los contenedores que tiene cada casa. Sergio Gutiérrez, dueño del local, cuenta que no contar con el suministro le impide hacer crecer su negocio. Ello, porque la autoridad sanitaria le prohíbe vender perecibles si no tiene cómo lavarlos. El agua debería llegar. Hay un proyecto para habilitar un sistema de Agua Potable Rural en la zona, que se materializaría en 2019. La Dirección de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas, de hecho, gastó $100 mil millones en estas iniciativas el año pasado. Llama la atención, sin embargo, que la solución provisional, es decir, la repartición de agua en camiones aljibe, representa un 25% de ese monto. Según cifras entregadas por la Onemi, encargada de derivar parte de los recursos que cada intendencia y municipio gasta en esto, en 2017 se gastaron $25 mil millones repartiendo agua en camiones. «Se trata de una solución cara, sin duda», dice Francisco Squeo, académico de la U. de La Serena. «Pero se explica porque en muchas ocasiones, simplemente, no hay agua». «La sequía avanzó más rápido que la planificación. Pero hay que tomar en cuenta que es una tendencia», advierte. Fuente: El Mercurio